El juego como primer motor - Libélula Azul

El juego como primer motor - Libélula Azul

Libélula Azul fue creado por nosotros, Kerstin y Rodrigo, mamá y papá de dos pequeños niños que nos inspiran día a día. Con la llegada del primero de nuestros hijos, nos dimos cuenta de lo difícil que era encontrar material de juego que nos hiciera sentido y nos enfrentamos a una realidad que consideramos muy desafortunada, la realidad del material de juego que predomina en nuestro país. No sólo por la mala calidad del mismo, sino también por lo que observamos que el material muchas veces promueve: violencia, estereotipos, todo resuelto, ausencia de libertar para crear. Sin embargo, sabíamos de la existencia de otros paradigmas en el juego y en el material que lo apoya, más alineados con nuestra visión y con el conocimiento que hoy se tiene sobre la relevancia del juego en nosotros los humanos y particularmente en las niñas y niños. Pero no bastaba con que nuestros hijos pudieran tener esa opción, porque el mundo no cambia con una excepción. Nos propusimos ayudar a cambiar esta realidad, a través de promover el juego libre con material no estructurado. Mucho más allá de un juguete particular, queremos difundir una visión del juego para cambiar la infancia, para cambiar la forma en que nos relacionamos y la forma en que aprendemos.

 

Con Libélula Azul nos propusimos tener una juguetería que se transformara en el referente del material de libre exploración y nos especializamos en este concepto. Nuestra principal motivación es poder ofrecer una alternativa valiosa a niñas y niños y a sus familias. Porque creemos que el juego es el primer motor y desde ahí surge también el tipo de sociedad que formamos.

 

El juego libre o espontáneo, es una actividad intrínseca al ser humano, tan antigua como el ser humano mismo, mediante la cual se adquieren destrezas, valores y conocimientos. No se limita a ninguna edad, sino que nos acompaña desde el momento en que nacemos y durante toda la vida.

Mediante el juego libre, niñas y niños asimilan todo aquello que los rodea, expresan las experiencias vividas y sus emociones, crean, imitan, experimentan y aprenden de forma única. El juego es una herramienta para entender el mundo. Para todo esto, el juego debe ser libre y sin interferencias, ni de parte del adulto ni de parte del material con que decidan jugar.

 

El juego es utilizado por bebés y niños para entender el mundo. Mediante este, cual experimentados científicos, se ponen a prueba las leyes de la naturaleza y también el funcionamiento del comportamiento social con pares y adultos. A través del juego, niñas y niños obtienen importantes conclusiones, validando o refutando profundas hipótesis acerca del funcionamiento de las cosas, sin dar nada por hecho de antemano. Después de todo, son los más pequeños quienes están más libres de sesgos y prejuicios y es por esto que el juego libre les permite conocer el mundo tal cual es, derivando su propia comprensión. Hoy se sabe que hay cosas que sólo pueden ser aprendidas mediante el juego.

  

El material de juego cobra vital importancia en su ejecución y sus características pueden determinar si este se desarrolla o no de forma libre y espontánea. Así, cuando el material de juego es no estructurado, es decir, cuando no plantea una intencionalidad sobre la dirección del juego, este permite la libre exploración. Esto se puede dar en el plano de las cosas y de las emociones. Así, no es lo mismo un avión de madera con sonidos de turbina y todos los detalles que definen su uso que un trozo de tronco sin una forma definida, como no es lo mismo una muñeca sonriente, que una figura sin rostro. En un caso el juego tiene una dirección determinada y en el otro, se deja al niño o niña la libertad de decidir.

 

El juego puede desarrollarse en grupo o en solitario, con o sin presencia de adultos, pero es fundamental la no intervención. Cuando el juego es obligado, dirigido o reglado, deja de ser juego para el niño, lo que limita el aprendizaje. En el juego libre suelen participar todos los sentidos, a diferencia del aprendizaje mediante medios como la televisión o el uso de textos de aprendizaje que se limitan a dos sentidos en general. El olfato, tacto y gusto son también formas poderosas de aprendizaje. El juego libre puede ser en el interior o en el exterior, pero es importante reconocer que el juego exterior, al aire libre y en contacto con la naturaleza, desarrolla habilidades para moverse en el mundo. Diversos autores han destacado el rol del juego en el desarrollo de los niños:

 

“El juego es un estímulo valioso, mediante el cual el individuo se vuelve más hábil, perspicaz, ligero, diestro, fuerte y, sobre todo, alegre.”

Lacayo y Coello (1992)

“El juego es una actividad pura, donde no existe interés alguno; simplemente el jugar es espontáneo.”

Díaz (1993)

“El juego abastece al niño de libertad, fomenta las habilidades interpersonales y le ayuda a encontrar un lugar en el mundo social.”

Flinchum (1988)

“El juego no es un lujo, sino una necesidad de todo niño en desarrollo.”

Brower (1988)

“El juego es, tal vez, la mejor base para una etapa adulta sana y plena.”

Hetzer (1992)

 

Existe mucha literatura acerca del juego. Uno de los autores fundamentales es Piaget (1951), quien indica que el juego es una forma de asimilación. Desde la infancia y a través de la etapa del pensamiento operacional concreto, el niño usa el juego para adaptar los hechos de la realidad a esquemas que ya tiene y que le resultan más fáciles de comprender.

 

Hoy en día, no hay ninguna duda de la relevancia del juego y en particular del juego libre y espontáneo. Con esta pincelada de información, los invitamos a investigar sobre el tema, pero fundamentalmente a “dejar jugar”.